sábado, 13 de abril de 2013

DESCARGA III: CUBANOS.


DESCARGA: La “descarga” es una expresión espontanea, informal, un desahogo, un dejar fluir emociones o ideas.


Hoy fundamentaré mi descarga en dos ideas básicas:
1    1-    Desde el punto de vista político hay una polarización enorme en la sociedad cubana,  la misma es apenas natural si nos atenemos a la historia del país y esta circunstancia es tremendamente desfavorable para la consecución de un futuro más amable para los cubanos.
2   2-   Es este un momento en el que se hace necesario cuestionar la forma en que ventilamos nuestras diferencias.
Como se ve son dos afirmaciones de Perogrullo: nada más evidente que la enorme vehemencia con que los cubanos discutimos de política y que al daño que esta intolerancia nos hace necesitamos ponerle coto ya. Así planteado parece un problema sencillo, pero no lo es. Cada uno de los supuestos "bandos" (que parecen ser dos, pero en realidad son muchos, porque no hay bloques homogéneos) tiene su devenir, sus razones y sus dolores.
Tal vez sea oportuno aclarar que eso que denomino como "sociedad cubana" se refiere a un conjunto diverso y disperso. Algo así como todos los cubanos, dondequiera que estén, y de cualquier manera que piensen. Esa sociedad cubana nunca ha sido un nido de rosas y siempre ha navegado entre múltiples conflictos y contradicciones. Bástenos el ejemplo de que nuestros próceres de la guerra de independencia tenían innumerables confrontaciones entre sí.
Esa polarización tuvo un punto de giro importante con el golpe de estado del 10 de marzo de 1952. Las reacciones a ese cuartelazo no se hicieron esperar y el país terminó sumido en una guerra civil que tuvo su desenlace el primero de enero de 1959. La guerra, como toda guerra tuvo muertos, torturados, heridos y en consecuencia los dolores y rencores anexos. Pero el primero de enero no fue el inicio de una etapa de concordia sino la apertura de un nuevo capítulo de la polarización interna en el país. La "intransigencia revolucionaria" dividió a los cubanos en dos grupos irreconciliables. Se estaba "con la revolución" o "contra la revolución". Y el que no está conmigo está contra mí. Fidel Castro logró un apoyo grande de la población cubana. También tuvo desde el primer momento resistencia. Prueba de ello (para solo citar dos ejemplos emblemáticos) es la prisión de Huber Matos y la aun interrogante desaparición de Camilo Cienfuegos.
Dentro de ese esquema general hay elementos particulares. El primero es la resistencia guerrillera al gobierno de Fidel Castro. Los que nacimos en la década del 60 del siglo pasado y vivimos en Cuba apenas alcanzamos a entender las magnitudes de ese fenómeno de manera reciente, aun cuando parientes nuestros murieron en esa gesta. Fue una resistencia armada que duró hasta 1967. Otra vez, como en toda guerra, hubo crímenes, muertos en combate, desplazamientos y por ende acumulaciones de dolores y de odios. Otro factor de extrema gravedad por su incidencia en la comunidad cubana lo constituye la prohibición para emigrar de manera legal y la prohibición para regresar a aquellos que emigraron de una u otra forma en contra de la voluntad del gobierno cubano , esa ha sido una de las más grandes fuentes de sufrimiento para la sociedad cubana. En todas las familias cubanas hay migrantes, todos tenemos a seres queridos lejos, con la incertidumbre de no saber si habrá reencuentro antes de la muerte. Somos familias  fragmentadas.
Ese espíritu de guerra constante lo hemos vivido a lo largo de toda la vida. Una guerra que a veces es guerra, otras es represión, otras es sabotajes y actos terroristas y en otras vulgar neurosis y manipulación psicológica. Mi generación fue educada en la intolerancia, en el irrespeto hacia lo diferente. Hay quienes aun creen honestamente en esos dogmas. Y los practican. Otros lo hacen según la oportunidad, pero de los oportunistas no quiero hablar aun. Me refiero a las personas que actúan por convicciones. No importa como califiquemos eso de que están convencidos o las causas por las que se convencieron o fueron convencidos.
Cualquier debate entre cubanos ha estado atravesado y enrarecido por el sesgo ideológico que esa confrontación impone. Es decir, la nuestra es una nación que lleva largo tiempo sometida a procesos de confrontación y violencias de diverso tipo. Cuando digo de diverso tipo me refiero a que cada grupo contiende con el otro, pero también tiene conflictos internos. Los opositores contienden entre sí, el exilio se confronta sistemáticamente y a nivel interno el poder hegemónico controla muchas cosas, pero no controla todas las diferencias internas, bueno, a veces las impulsa y las usa para afianzar el control de la manada. Si esos han sido los conflictos de la sociedad cubana en su conjunto, cada grupo a tenido los suyos particulares (los negros, las mujeres, los homosexuales, los rockeros, los enfermos del VIH, los marielitos y un largo etc.).
Todo este largo recorrido, que en cuanto a historia es más que somero e impreciso, solo tiene el propósito de ilustrar con algunos datos, las razones de nuestros dolores. Somos un pueblo que ha sufrido. Y nuestra música, nuestro baile, nuestros chistes y nuestra guachafita pueden enmascararlo, pero no evitarlo.
A esta situación de base pongámosles ahora sí unos oportunistas y politiqueros en la Habana y otros en Miami, todos sustentando su posición y poder en la confrontación entre las dos orillas. Que la intolerancia de Miami es mas verbal que física mientras que en La Habana si hay golpizas, detenciones y otras formas de violencia es algo que también es cierto. Pero la intolerancia en esencia es la misma.
Esta ha sido un descarga siento que "tabacosa" y poco simpática, pero no encontré otra ruta para llegar al punto que me interesa: Los cubanos tenemos razones para estar dolidos y por ende justificaciones para nuestras reacciones y para nuestra intolerancia. Y cuando digo "cubanos" hablo de los cubanos comunes y corrientes, que somos mayoría y no de los políticos o los logreros de ocasión. A pesar de esas razones debemos encontrar otras maneras de debatir las diferencias de opiniones que nos permitan no solo ratificar los puntos en que somos divergentes, sino también validar aquellos en los que coincidimos. Se trata de sentarnos a reflexionar juntos y no de discutir a ver quién gana. Sólo por ese camino encontraremos la posibilidad de convivir y trabajar juntos por un futuro mejor. Futuro: prostituida palabra a la que no me da la puta gana de renunciar. Sueño con una Cuba próspera, diversa y divergente, pero capaz de convivir y de llegar a acuerdos. El pasado no lo podemos cambiar, el futuro en cambio está por definirse como será. Ninguno de los dolores pasados los puedo remediar, pero no quiero que mis hijos o mis nietos vivan una vez más el mismo ciclo. Sé que no puedo cambiar los gobiernos ni los ejércitos, pero puedo practicar en mi relación con los demás aquello en lo que creo.
Y no me propongo hacer una campaña, un partido o algo así porque estoy seguro que aun el mejor concebido y con la mejor intención seguro se tuerce por el camino. Me limito a tratar de practicarlo yo y compartirlo en una descarga, por si a alguien le suena y a su cuenta y riesgo decide practicar lo mismo.

Disculpen si esta que me salió es una descarga latosa, pero me cansa tanta jiña entre cubanos.